En el centenario de la revolución mexicana
José Velasco Toro | Tiempo de Veracruz | diciembre 18, 2010 at 3:31 AMLa Historia de un pueblo es cambio, es proceso irreversible que nos muestra cómo ver hacia el futuro desde la construcción del presente. La Historia va al pasado para aprender desde el presente, no para reverenciar el anhelo de lo pretérito. La Historia nos permite conocer nuestra identidad y significar nuestra cultura, no para describirla cual si fuera historieta, sino para vivirla en su esencia creativa y ética. La Historia es aprendizaje cuando nuestro reflexionar se apoya en la conectividad del conocimiento de nuestro ser presente, cuya raíz contempla su origen en el pasado y proyecta su tronco ramificado hacia el futuro.
Hoy nos reunimos para festejar la primera centuria del año de inicio de la Revolución Mexicana. Periodo de guerra civil que condujo a la transición social que refundó la República con la Constitución de 1917 y retomó el ideario de libertad y democracia proclamado cien años antes, cuando los insurgentes empezaron a construir el camino que ha conducido nuestro andar hasta este momento significativo
Recordemos que fue Fray Servando Teresa de Mier quien desarrolló el argumento independentista apoyado en el conocimiento de la historia y en las características de la estructura jurídica que sustentaba a los reinos de América. Demostró que la Nueva España tenía su propio pacto social como integrante de la monarquía española y que el único vínculo con ella era el rey, por lo cual afirmó que la Nueva España y España eran: “dos reinos que se unen y confederan por medio del rey, pero no se incluyen”. Vio en el pasado los elementos jurídicos y políticos sustantivos para construir el futuro de la independencia.
El pensamiento de José María Morelos y Pavón, es crisol de las ideas profundas que emanaron de la cultura del pueblo novohispano que se creó en la simbiosis de múltiples confluencias culturales durante el transcurso de 300 años. Su agrarismo pensado en apoyo del labrador de la tierra, el sentido humanista de su visión social opuesta a la opulencia de unos cuantos y la indigencia de las mayorías, son reflejo innegable de su convicción en la justicia y la igualdad social, principios prospectivos que plasmó en sus Sentimientos de la Nación y que apuntaron hacia el futuro mexicano, donde sin excepción, no existieran “cuerpos privilegiados”.
En la Constitución de 1857, se plasmó el ideario liberal y libertario que continúa en búsqueda del futuro. En ella los derechos del Hombre considerados naturales y superiores a la autoridad fueron exaltados: la libertad de enseñanza, de trabajo y de creencias. Cuando Benito Juárez restauró la República una vez derrotadas las fuerzas del Segundo Imperio, se reanudó la marcha hacia el futuro nacional.
Sin embargo, la realidad reaccionaria volvió a frenar los ideales de libertad, justicia y democracia. El régimen de Porfirio Díaz se distingue por el latifundio que se enseñoreó fundado en el peonaje; la industria creció, pero descansando en la explotación laboral de obreros; el autoritarismo contra la libertad de expresión condujo a la prisión y muerte de muchos mexicanos, cuyo pecado político fue proclamar la libertad de pensamiento y exigir el ejercicio pleno de la democracia; el freno al derecho educativo sumió a la población en él analfabetismo; la inequidad social se hizo patente en la aguda pobreza y la obstrucción de la democracia retrasó el desarrollo de la República.
Pero como todo lo que inicia concluye abriendo nuevas perspectivas que no implican continuidad, el Club Anti-Releccionista que se fundó en 1909, reinició la marcha hacia la democracia. Francisco I. Madero tomó la palabra para proponer y realizar el cambio. Él emitió un juicio cuya iniciativa exigió la valentía de exponer en el escenario público el principio de “Efectividad del sufragio y no-reelección” que, finalmente, terminó con el régimen porfiriano.
La lucha por la democracia abrió múltiples frentes y el 20 de noviembre de 1910, a las seis de la tarde, se proclamó la rebelión contra el autoritarismo concentrado en el poder de una sola voluntad. El triunfo que siguió a la dimisión de Díaz y la proclama presidencial de Madero, fue opacado ante su artero asesinato. Luego vino la suma de esfuerzos para derrocar al usurpador Victoriano Huerta que culminó con el laurel constitucionalista en 1914. Desafortunadamente las alas revolucionarias, zapatismo, villismo y carrancismo, entraron en conflicto y nos condujeron a la guerra civil. No fue sino hasta 1917, cuando se constituyó el nuevo pacto constitucional que puso fin al conflicto armado y México retomó la reconstrucción nacional con los gobiernos emanados de la Revolución.
¿Pero cuáles fueron los grandes ideales de la Revolución Mexicana? Fueron los postulados por los insurgentes, los que a largo del siglo XIX continuaron modelando los liberales y emergieron con sólida fuerza en los inicios del siglo XX con Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y Francisco Villa: Libertad social, Democracia e igualdad política, Educación universal, Tierra para él campesinado, Libertad de creencias, Justicia social y laboral. Principios que quedaron contenidos como derecho de los mexicanos en la Constitución de 1917.
La celebración del primer centenario de la Revolución Mexicana nos debe mover a la reflexión de lo hecho y por hacer. A revisar críticamente la historia construida por tres generaciones que fueron las responsables de darle continuidad a los logros de la Revolución. Ahora toca a una cuarta generación retomar los principios liberales, revisar los derechos inalienables de los mexicanos y rediseñar el escenario nacional acorde con los tiempos que estamos viviendo.
No es posible seguir montados en la inercia de lo estatuido cuando el mundo está cambiando aceleradamente. Como tampoco es inteligente aferrarnos a posiciones ideológicas que ya no responden a las características de la sociedad actual. Es necesario, urgente replantearnos el presente con miras a un nuevo futuro. Y ese hacer implica y conlleva a la reflexión crítica y constructiva, y a la colaboración y participación ciudadana para poder restablecer el rumbo de la paz social y la prosperidad laboral.
Son muchos los temas nacionales presentes que urge atender, y otro tanto aquellos inmediatos que debemos visualizar porque son fundamentales para el futuro nacional. Señalo sólo algunos e invito a su examen como base fundamental de un nuevo y renovado ideario político nacional:
1.Democracia efectiva innovando la participación ciudadana y la organización institucional con base social.
2.Recobrar la suficiencia alimentaria movilizando con inteligencia y sentido independentista, la producción de alimentos, a la par de propiciar el desarrollo rural equitativo.
3.Transformar el sistema educativo nacional sin abandonar, ni por un ápice, el sentido público, gratuito y laico, pero fundado en el desarrollo del conocer como saber y en la ética como hacer, para lograr una democracia cognitiva que nos incluya en el concierto de la sociedad del conocimiento.
4.Garantizar el agua de consumo humano como un derecho inalienable de los mexicanos.
5.Innovar las instituciones para impulsar el desarrollo social y económico del país y abrir nuevas perspectivas a los mexicanos.
6.Impulsar el desarrollo de fuentes alternativas de energía para evitar la dependencia externa y la parálisis económica nacional que pudiera derivarse del agotamiento del petróleo.
7.Reordenar el crecimiento urbano suntuario y espontáneo para que no se continúe invadiendo tierras aptas para el cultivo.
8.Atender el reordenamiento de la población de las áreas costeras ante los posibles impactos de la auto-organización climática planetaria provocada por los humanos.
9.Reconstituir el sentido de pertenencia a la naturaleza como base esencial para lograr el equilibrio ecológico y descubrirnos ciudadanos de la Tierra.
10. Retomar la política dirigida a desarrollar y fortalecer una clase media amplia, base del mercado interno nacional.
Ideas y propuestas, entre muchas de las que se puedan sumar, para constituir un nuevo ideario que sea base programática para la renovación del Partido Revolucionario Institucional en el siglo XXI, el siglo que pertenece a las generaciones de la nueva época planetaria. Los jóvenes tienen la palabra, la voluntad, el compromiso y la responsabilidad del futuro. Que este festejo sea detonador de la reflexión que conduzca a un pacto social participativo y comprometido con todos los mexicanos.