El dinero y la calidad educativa
Guillermo H. Zúñiga Martínez | Tiempo de Veracruz | enero 21, 2011 at 9:48 PMPor: Guillermo H. Zúñiga Martínez
De acuerdo con las atribuciones del gobierno del Distrito Federal, el licenciado Andrés Manuel López Obrador instauró, hace nueve años, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. La institución ha beneficiado a cientos de jóvenes al ofrecer una educación de calidad con base en la preparación académica de los mentores y en las exigencias del cumplimiento del deber estudiantil. Entre sus finalidades se inserta la idea de crear nuevas opciones académicas, con el propósito de innovar y forjar universitarios “competentes, críticos y sobre todo humanos”.
Actualmente, realiza sus funciones en nueve planteles donde se imparten clases de siete licenciaturas, tres ingenierías y ocho doctorados.
De conformidad con datos recientes, en ocho años de operación registraba doscientos treinta y nueve alumnos egresados, de los cuales sólo siete han recibido el título correspondiente, y según el informe del entonces rector Manuel Pérez Rocha, el viernes 19 de junio del 2009, los facultativos alcanzaron el número de quince. Es interesante enterarse de que, en el seno de la Asamblea del Distrito Federal, el panista Sergio Eguren aclaró que no cuenta con quince titulados en nueve años, sino con veintiocho, por lo cual el promedio ha sido de sólo tres por año, cuando la matrícula alcanza tres mil colegiales. En la licenciatura de Creación Literaria nada más una mujer ha terminado su estudios; en Comunicación y Cultura se cuentan catorce aprendientes que concluyeron sus trabajos de tesis; otras no tienen graduados, como las de Arte y Patrimonio Cultural, Ciencias Sociales y Filosofía e Historia de las Ideas.
Es importante significar que muchos educandos reciben becas equivalentes a un mes de salario mínimo. Esta prestación se mantiene siempre y cuando no excedan el tiempo normal para culminar su carrera. Con base en las palabras del propio ex rector “no bajamos la guardia para nada, no les damos facilidades para que se titulen y mejorar así las estadísticas, preferimos que salgan menos y no dar facilidades”. Estas afirmaciones no aclaran en qué consistirían, lo que posiblemente estribe en flexibilizar la calidad de los trabajos recepcionales, porque obligación de toda institución de educación superior es promover mecanismos para que los inscritos realicen las investigaciones pertinentes que contengan enfoques originales y enriquezcan el acervo de obras producto de su esfuerzo.
La Universidad fue proyectada con un presupuesto atractivo; baste mencionar que en el año de 2010, conforme lo expresado por la nueva rectora María Esther Orozco, contaba con novecientos cinco millones de pesos, que de acuerdo al criterio de la propia autoridad universitaria “no le alcanzan ni para pagar los sueldos del personal docente y administrativo”. Esta aserción la hizo la distinguida académica en el seno de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, lo que permitió que la legisladora priísta Alicia Téllez la haya cuestionado con seriedad al reclamarle “no haber logrado nada trascendente para la institución académica”.
La misma rectora pidió a los asambleístas que ponderaran con seriedad las necesidades de la institución y aprobaran un presupuesto de mil seiscientos cincuenta millones de pesos, exhortación que van a razonar los diputados para dar una respuesta al planteamiento de la UACM, aunque ya le han reprochado que hasta la fecha sus resultados han sido muy pobres.
Estas cantidades enormes de dinero llaman la atención; efectivamente, la educación superior es un filón que permitirá impulsar el desarrollo del país porque lo que requiere México es de profesionales preparados, dinámicos y persuadidos de que los conocimientos que adquieren deben ponerse al servicio de la sociedad, pero no todo es monetario y la calidad de la educación no debe fundarse en la cantidad de millones que se destinen para su fomento, sino en la responsabilidad de maestros y alumnos para que, con base en su entrega, se alcancen resultados de excelencia. En cambio, la nueva pedagogía social que desarrollamos en nuestro Estado, está insistiendo en que el aprendizaje debe ser lo principal sobre la enseñanza, sin demérito de la trascendencia de esta última.
En Veracruz es sabido de todos que una generación de nuevos educadores está abriendo surcos en la investigación y la asimilación de contenidos, con base en el autodidactismo crítico y significativo que está aplicándose de una manera sistemática y veloz en comunidades de estudio y de reflexión que conducen hacia la transformación de vidas humanas. Esta es una nueva ruta que debe transitarse para conjugar recursos de carácter económico con la autorresponsabilidad tanto de preceptores como de estudiantes.