Cabeza de Vaca, 1968
Romeo González Medrano | Tiempo de Veracruz | abril 9, 2013 at 6:56 AMCABEZA DE VACA, 1968
Despertar a tiempo
Por: Romeo gonzález Medrano
Leí en redes sociales el justo reproche de mi amigo Vicente Homero Granados Septien y por quien me entero velorio en el ISSSTE, de la presencia de Victor García Mota y Salvador Ruiz Villegas. En mi opinión nunca ha sido el sepelio el mejor momento para visitar a un amigo; prefiero la reflexión íntima. De su fallecimiento me enteré al día siguiente. Confieso que me sentí muy mal, como si de pronto me arrancaran algo muy profundo, muy unido a mí. Me salí del trabajo y me fui a casa y, una vez encerrado en mi recámara, tiré de gritos. Mi familia se asustó y acudieron a preguntar qué pasaba; yo les dije…. cálmense, no pasa nada, solo que algo se desprendió de mí. Ni para qué explicarles más, si llevo 21 años tratando de hacerlo sin buenos resultados. No me extraña, leí a un Ex Ministro de Educación que las juventudes alemanas están hasta la madre de escuchar historias de la segunda guerra mundial. Evidentemente hay un problema pedagógico o como le quieran llamar los estudiosos pero es un hecho que no hemos logrado que la historia sirva para lo que dicen que sirve.
Abrí y cerré varias veces mi tableta siguiendo la noticia. Acostumbrado a escribir solo lo que pienso, decidí hacerlo por lo que siento al saber de su muerte y también porque de Luis Tomas Cervantes Cabeza de Vaca, junto a algunas condolencias, elogio y críticas, encontré en las redes sociales un montón de estupideces; desde las cargadas de intoxicación ideológica, hasta las de ingenuos activistas que se mal nutrieron de las versiones oficiales del 68, o las reduccionistas, anecdóticas o simplemente mitificadas, que tantas veces cuestionamos en los diálogos de crujía con Luis Tomas, Carlos Sevilla, José Revueltas y con otros compañeros de prisión.
Luis Tomas, el cabezón como le decíamos, era eso, un ser de sentir profundo, siempre lo fue en todo, en las marchas, en los mítines, en las asambleas, en las maratónicas reuniones del Consejo Nacional de Huelga. También en la amistad. Lo percibí así cuando lo tuve por compañero de celda en la crujía “M” de la cárcel de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación. Apasionado en sus convicciones, en sus relaciones personales o políticas derivadas de la militancia. De hecho, buena parte de su carisma en el movimiento de 1968 se caracterizó por eso, por emocional, intuitivo, directo, si rodeos, sin rollos o explicaciones rebuscadas; casi antiteórico, así era, así se presentaba y así le gustaba ser. No faltaba compañero que le señalara – con o sin razón- su desorganización o la falta de sustento teórico a sus planteamientos, en cambio nadie ni nada sobre la autenticidad de sus convicciones y sentimientos. Era brutalmente sincero.
A mí me aprendieron junto con el maestro Eli de Gortari durante la toma de Ciudad Universitaria por 10 mil efectivos del ejército. Eso fue el 18 se septiembre de 1968. Unos días después, el 28 de septiembre aprendieron a otro grupo de líderes y entre ellos a Luis Tomás. Por eso, junto con los demás presos políticos nos tocó recibir a él y a otros a su llegada a la Crujía “M” donde entró caminando con las piernas abiertas debido a la inflamación de los testículos. Luego nos relató que había sido sometido a simulacro de castración y de fusilamiento para arrancarle declaraciones en contra del movimiento. No obstante esas condiciones, Luis Tomas, como los demás, mantenían una actitud de incurable optimismo que seguramente conservó hasta su último instante de su vida. Corrían los meses y los días y con excepción de las horas de visita, disponíamos de un tiempo que parecía eterno al estar sentenciados por 10, 20 y hasta más años, acusados de delitos del orden común y federal, forma utilizada por el gobierno de Díaz Ordaz para negar el carácter represor y conculcador de los derechos políticos constitucionales a que nos tenía sometidos tanto a los estudiantes como a todos los mexicanos.
A diferencia de otros, nunca lo imaginé de Senador, Luis Tomás era vitalmente simple, inclinado a la acción. A qué causas partidistas correspondió en algún momento de su vida? Lo ignoro y tampoco me corresponde opinar sobre motivos que desconozco. De lo que sí estoy seguro es que con él y con otros compartimos un movimiento que fue mucho más que sus demandas y que sacudió y cambió el sistema político de este país y el curso posterior de su historia.
¡Nadie que no esté preso y en la misma celda convive las 24 horas y por tanto tiempo con otra persona! Por eso era común aquella frase de ni los casados conviven tanto. Recuerdo que Heberto decía “si quieres conocer a un líder, observa la forma en que convive con su familia o con su compañero de celda” y con el Cabezón como con Jorge Peña y otros tuvimos la oportunidad de vivir esas circunstancias. Cuando en 1971 fuimos puestos en libertad - condicionada primero y amnistiados después – la forma de ser de Luis no fue muy distinta. Al lado de Demetrio Vallejo, Heberto Castillo Martínez, Salvador Ruiz Villegas, Tayde Aburto y otros, nos dimos a la tarea de recorrer el país como integrantes de la Comité Nacional de Auscultación y Organización (CNAO) de un nuevo partido político. Meses viajamos y convivimos. Con precarios recursos y en las adversas condiciones lo mismo estuvimos en asambleas constitutivas en Acapulco, que en Chihuahua, Chiapas, Zacatecas, Veracruz ( P. Rica y Cosquihui) Tamaulipas, Nuevo león, Jalisco, prácticamente todo el territorio. Una movilización que culminó con la fundación del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) en 1974; ocasión en que con respeto expresé al Ingeniero Heberto mis diferencias con aquel proyecto y decidí apartarme a otras prácticas.
Posteriormente Junto con Granados y una docena más, Luis Tomas fue parte de las brigadas CONASUPO para la comercialización colectiva de productos básicos del campo. Un Programa de investigación y de acciones, conceptualizado y organizado por otro ex militante de la izquierda clandestina de los 60 s, Gustavo Esteva Figueroa, experiencia rica en enseñanzas, hallazgos y propuestas para promover la retención y reinversión productiva del excedente económico generado por los productores de subsistencia de maíz y frijol, principalmente. Antecedente del Programa de Apoyo Comercialización Ejidal (PACE) concebido y operado por V. Granados y muchos otros estudiantes brigadistas de campo.
Para mí, el proyecto era alentador ya que me permitía dejar las eternas discusiones al interior de las organizaciones llamadas de izquierda para ser parte de este Programa de acción. Se trataba de servir al desarrollo de nuevas formas de organización económica de los campesinos. Obviamente y por igual, la izquierda y la ultraizquierda nos calificó de “vendidos al gobierno”; juicio ligero y sin fundamento que pasó a desuso entre otras razones a partir de que dejó de ser ilegal la oposición, de que algunos ex líderes se integraron al sistema político electoral, ya con recursos públicos autorizados por el Congreso. Hoy que el país se cogobierna por las principales fuerzas y hasta se ve como normal el “chapulinismo”, a veces parece que lo que cuenta no es la ideología ni los objetivos o tesis programáticas sino lo que cada representante de izquierda haga o deje de hacer en y desde el poder.
Al ingresar a competir por el poder, el pragmatismo se apoderó de casi todas las organizaciones siendo este el contexto que explica el comportamiento ante el poder prácticamente de todos los dirigentes que han destacado en algún cargo de representación. La ideología y los llamados principios pasaron a ser en buena medida una entelequia en la izquierda y todos los partidos.
No creo ser de los que mejor conocieron a Luis Tomas, solo de los que tuvieron espléndidas oportunidades de compartir sueños, atrevimientos, acción política, momentos de tristeza como alegría. Por años dejé de verlo y de saber de él. Si no mal recuerdo la última vez que establecí comunicación fue para recibir su invitación a ser parte de la llamada Comisión de la Verdad; le escribí diciéndole que hacía falta una comisión de la verdad pero en la que participáramos todos los mexicanos y para aplicarla a toda la historia de México y no solo para los sucesos de 1968. La idea no es mía, son muchos mexicanos los que la comparten.
Pasaron los años y la vida nos llevó por rutas políticas diferentes y geográficas distantes y, a pesar de no coincidir con su candidatura en el Partido del Trabajo jamás puse en duda sus convicciones. Líder estudiantil, preso político, militante de partido, docente en la Universidad de Zacatecas o siendo parte de los trabajadores de alguna dependencia de gobierno, con los altibajos que le quieran encontrar o atribuir ( los eternos jueces que se creen química e ideológicamente “puros”) siempre fue el mismo luchador por un México que mucho ha cambiado aunque todo lo que dicen las versiones oficiales de todos colores toda vez que con el retorno del PRI a la presidencia, unos dicen temer, otros que no, pero como la mula no era arisca, será mejor esperar el curso los acontecimientos.
Congruente fue con sus convicciones, me parece que hasta en una de sus últimas posturas lo demuestra al expresar su preocupación por el futuro del movimiento #Yo Soy132. En su deteriorado estado de salud y con semblante envejecido Luis siempre fue joven de espíritu y por eso se sintió reflejado en este movimiento. Sin embargo, justo es decirlo que con ese espíritu y con su gran intuición política, dio a los jóvenes la advertencia crítica oportuna al expresar: después de la protesta ¿qué sigue?
Con el mismo “ADN” de aquel impulso libertario que compartimos pero sobre todo con su intuición política, sé que El Cabezón se formularía ( si no es que lo hizo) la siguiente pegunta: y después delPacto por México qué???? ….cual es el sueño que compartimos o que decimos compartir? ¿… será que es el mismo? sospecho que la repuesta no está ni en el poder y menos en los partidos políticos. Quizá en medio de tanta simulación, la respuesta la sabremos a largo plazo solo que entonces todos estaremos muertos (John Maynard Keynes)