En Veracruz, ¡Un garbanzo de a libra!
Romeo González Medrano | Tiempo de Veracruz | abril 19, 2013 at 8:24 PMDESPERTAR A TIEMPO
Por: Romeo González Medrano
En Veracruz,
¡Un garbanzo de a libra!
En Veracruz se suscriben acuerdos con organizaciones de productores que bien pueden llamarse garbanzos de a libra, y son producto del dialogo y la negociación. Por eso, no le demos tantas vueltas, desde que existe el hombre como ser en comunidad, dialogar es el instrumento básico para la acción común, su fin esencial es ponerse de acuerdo para actuar en una misma dirección.
El tema está presente porque el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto ha etiquetado el diálogo plural como principio de su gobierno, incluso desde antes cuando solo era aspirante le llamó “presidencia democrática” y recientemente acaba de reiterarlo en el foro nacional México en paz.
Desgraciadamente las estructuras de poder en México – todas- siempre han sido verticales y en no pocas ocasiones unipersonales y, el dialogo, de hecho para lo que ha servido es para someter a los actores a la voluntad de los gobernantes o por lo menos para que la acepten sin chistar.
Los hombres del poder “dialogan” con la sociedad para legitimar decisiones no para escuchar y menos pretender que todas las voces determinen la voluntad del gobernante. En el discurso, el mandatario puede o no declarase “receptivo” a todas las voces como lo ha hecho el Presidente mas esto no significa que el sistema político sea sensible, receptivo y abierto a todas las voces.
Convenzámonos, no hay gobierno democrático sin sociedad democrática y sobre todo de ciudadanos; tampoco hay dialogo como cultura en una sociedad aun atada a estructuras mentales autoritarias, verticales, patriarcales o matriarcales. Somos una sociedad autoritaria, de solemnidades y culto a la personalidad, veneno de la igualdad y la democracia. En los toros puede haber un espontaneo, mientras en los actos políticos, verticales y antidemocráticos, la irreverencia se castiga como el memorable evento en el palacio nacional en el sexenio anterior.
Hay que ver a nuestras organizaciones sociales, a nuestras asociaciones civiles que con sus excepciones, son parásitas del poder o a los partidos políticos y lo que menos les caracteriza es vida democrática, un pobre diálogo interno y la falta de respeto entre las diferentes formas de pensar. Concluyo: una cosa es el dialogo como línea del poder y otra muy distinta como cultura política.
Solo que hoy el estado mexicano se encuentra ante una disyuntiva histórica: a). o sufre los dolores del parto de la tolerancia creativa y de una verdadera cultura de dialogo plural a todas las escalas y ámbitos del poder y dentro y ante todos los sectores de la sociedad o b). Con el dialogo “democrático” solo como discurso, permanece atado a sus estructuras autoritarias, mentales de subordinación indigna y de sometimiento a las voces dominantes. Tengo la impresión que los simuladores de siempre de todos colores y escalas, una vez más se inclinarán por “una remozadita” o sea, por la refucionalización del sistema político aunque con ello se frustre la posibilidad de movilización de las potencializadas de transformación en cuyo camino resulta ineludible no solo el dialogo y la capacidad de comunicación política de los gobernantes y sus colaboradores y junto con ello la capacidad de concertación plural de acuerdos y acciones.
A ver que inventa la clase política dirigente cuando las estrategias de “empoderamiento”, más virtuales que reales, arrojen los verdaderos resultados y muestren su fecha de caducidad.
El estado mexicano, después del corporativismo, aun el sobreviviente, procedió al desmantelamiento de las estructuras de interlocución con las que por décadas hizo posible la ejecución de políticas y programas. Hoy lo que se tiene es una mezcla caótica de burócratas y lideres procreados en la opacidad y la discreción en el uso de recursos públicos y una masa de programas clientelares de tentación tripartita. Paralelamente tenemos una ciudadanía que escucha, decodifica y piensa por cuenta propia, independientemente del ruido skinerianos de los spots en tv de las autoridades electorales.
Bajo estas condiciones, para el gobernante, dialogar, escuchar, comunicar, negociar y concertar en forma transparente y con apego a la legalidad, es lo que da lugar a la gobernabilidad posible. No hay de otra. Dialogar para imponer, agotado, dialogar para manipular, agotado, acordar al margen de las normas, agotado.
En consecuencia no son las organizaciones políticas las verdaderamente dispuestas a preservar un clima de estabilidad sino las que abogan por su supervivencia económica, me refiero a las organizaciones empresariales o de productores como Alianza Nacional de Trabajadores, Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, Coordinadora Agrarista de México, Coordinadora Campesina Independiente Luis Dolando Colosio, Movimiento Alfredo V. Bonfil, Unión General Obrera Campesina y Popular, entre muchas otras que además de presionar dialogar y ahora mismo participan en la concertación de acciones con el Gobierno del Estado. En cambio, con reservas hay que ver a partidos y organizaciones políticas porque en su pragmatismo, lo más probable es su actuar varíe según les favorezca electoralmente.
Es en las organizaciones económicas y de productores en las que debe cifrarse la esperanza de que en Veracruz aterrice el Pacto Por México suscrito en la cúpula y, además, que sean promotoras de una profunda reforma de la administración pública a fin de que sea verdadero instrumento de desarrollo y no feudo para banderas personales, de grupo o de partido político.