Material para electores

Romeo González Medrano | | abril 23, 2013 at 9:36 PM

DESPERTAR A TIEMPO

Por: Romeo González Medrano

MATERIAL PARA ELECTORES

A la publicidad electoral, hay que oponer el razonamiento

En Veracruz, como en otras entidades, está próximo a realizarse un nuevo proceso electoral por lo que puede ser oportuno y de utilidad, compartir con los electores todo aquello que alerte su conciencia, la que, lamentablemente, una vez más se verá sometida al bombardeo de publicidad para no pensar.

Quieres conocer a un hombre, ¡dale poder!

Sin importar ideología, credo religioso o partido político y hasta el caso de los “sin partido”, lo cierto es que los seres humanos, cuando detentan poder, económico, político o de otra índole, cambian, “se transforman”, dejan de ser lo que parecían ser - uno de tantos- para convertirse en otra cosa, en otra “personalidad”. Desde luego, los hay que afirman “soy el mismo” pero la verdad está en la percepción que los demás tengan del hombre con o en el poder.

De aspirantes voluntariosos y optimistas pueden pasar a gobernantes “realistas” que hacen “lo posible”, de críticos de la ineptitud y de la corrupción, a ser parte silenciosa de esta, de humildes se pasan a la soberbia, y de modestos de economía, a millonarios de riqueza inexplicable. El poder político en México no es la única pero si la más grande fabrica de corrupción, de acumulación ilícita. Todos los intentos correctivos, han sido contraproducentes.

Cuando la anticorrupción es demagogia

Nuestra “democracia representativa” sigue siendo un cheque en blanco de la voluntad popular que los representantes ejercen bajo su arbitrario criterio personal, sea como legisladores o como titulares del poder ejecutivo. El poder corrompe porque el atraso político de la sociedad lo permite. Nadie en el poder se hace harakiri. Hasta ahora, las ofertas anticorrupción han sido electoreras y mesiánicas; el cambio, si no es de todos y también de “abajo” para “arriba”, será simulado y se quedará en simple refuncionalización del sistema existente. Quizá por eso el tinte incluyente que se pretende darle a la Comisión Anticorrupción propuesta por Enrique Peña Nieto.

Todo poder absoluto corrompe

Los electores, al otorgar a sus gobernantes poderes casi absolutos, unipersonales, sin contrapesos, sin eficaces mecanismos de rendición de cuentas y revocación del mandato, sin normas que precisen los límites del poder, convierten a los gobernantes en virreyes o dioses sexenales, les hacemos creer y creemos que solo lo dicho y decidido por ellos tiene fundamento y razón de ser; que todo a su paso se puede transformar y convertir en progreso para todos.

Nos quejamos amargamente porque los que nos gobiernan pierden el equilibrio, la ecuanimidad, la prudencia, responsabilidad, honestidad y todas las virtudes que supone un buen gobierno. Otras veces, denunciamos el hecho cual adolescentes desilusionados del primer amor y nos lamentamos de que el ser amado se haya convertido en un monstruo que nada se parece a lo que parecían ser cuando nos pidió el voto. Cierra este patrón de comportamiento la resignación hasta que termine el período para el cual fueron electos.

Ver para creer

Hay aspirantes al poder que pueden parecer un “dechado de virtudes”, la verdad solo se sabrá una vez que ocupen el cargo para el que hayan sido electos. Hay otros que siempre ha ocupado algún cargo pero como carecen de pruebas que demuestren honestidad y resultados de beneficio para el pueblo durante los mismos, solo enuncian los cargos sin alusión alguna a lo que hicieron.

¿Qué le pasa al ser humano en el poder?

¿Será verdad que una vez encumbrado, el gobernante se enferma, o será ésta una verdad a medias a la que habría que añadirle que tan solo se agrava aquel que al poder llega enfermo, gracias al sistema y el tipo de relaciones que establece con sus súbditos y con la sociedad?

¿Quién está más enfermo, el gobernante enfermo en y por el poder o quienes no se preocupan ni se ocupan por investigarlo oportuna y suficientemente antes de nombrarlo su representante?

Poder, estupidez y sabiduría

¿Con quién comparte sus más importantes decisiones el gobernante? ¿Quién está junto a ellos a la hora de las presiones y las tentaciones? ¿Sólo su conciencia? ¿Tienen consejeros incondicionales o colaboradores y amigos dispuestos a herirles con la verdad para no ofenderle con la mentira? ¿Su ego les ha permitido asimilar la crítica de algún colaborador o detrás de cada observación o discrepancia se ve a un enemigo más al que hay que eliminar?

Por lo que sea, decir que el poder cambia a las personas es ya una frase común y al parecer saberlo no nos ha hecho recapacitar lo suficiente como para ocuparnos de medidas eficaces que prevengan desviaciones o un ejercicio patológico del poder.

Aunque el político sea el más efímero de los poderes, para muchos no deja de ser un atractivo ya que representa la máxima oportunidad para servir a sus semejantes y/o para adquirir - aunque solo sea como inquilino - muchos otros tipos de poder. En resumen, lo quiera o no el gobernante, quien lo sea, tiene todos los recursos y posibilidades de satisfacer crecientes necesidades del ego, de acumulación de bienes materiales e incluso de poder para seguir gobernando más allá de su tiempo. En Veracruz tenemos ejemplos.

Nadie en el poder es capaz y virtuoso hasta que lo demuestra.

Nadie en el poder está exento de extravío y desequilibrio. Es el poder una de las pruebas más completas a que se enfrenta el hombre no importa el tipo de profesión que haya adquirido previamente, el partido al que pertenezca o la religión que profese. El poder político - ejercido como poder personal- es el más susceptible de toda clase de debilidades y desviaciones. En México, ninguno de los recursos Constitucionales ha impedido el ejercicio personal y patrimonialista del poder. Los juicios políticos no existen más que como pretexto de negociación de alguna fuerza política.

El poder, fuente de grandes benefactores y también de monstruos.

Con las republicanas excepciones, se dice que en México el poder ha enfermado a muchos y es que abundan las pruebas de ello. No importa la procedencia social, económica o ideológica: abanderados de la fe cristiana, de la justicia socialista, de la “raza superior”, del libre mercado, de la razón de estado o de la ciencia, del PRI,PAN,PRD, PT,etc., los ha habido que en el poder experimentan procesos de extrañamiento o de abandono de su personalidad original. Pocos son los casos en que el hombre con poder político, concluye y se retira sano y con sabiduría. De todos los partidos, grupos y procedencias, la historia registra pruebas de que el poder puede producir libertadores, visionarios, hombres de bien y de servicio y también dictadores, ladrones, monstruos, degenerados y, desde luego, enjambres de nepotismo.

El hombre en el poder político y los medios de comunicación

Es común este binomio. Comprende desde la modesta compra de plumas y espacios, hasta la adquisición o creación de empresas de comunicación. Invertir en esta actividad es casi vital para los hombres del poder y también no pocos empresarios. Es de tal naturaleza y magnitud el poder de los medios que con el título de “poderes fácticos” se hace referencia a un poder desafiante del Estado y sus instituciones. En cuanto a los comunicadores, el hombre en el poder los prefiere de aliados o de perdido de subsidiados.

Sueños guajiros

¡Vigiláos los unos a los otros! Legitimación del derecho a disentir; sociedad civil activa, real empoderamiento del ciudadano con efectivo derecho a la información y con suficientes medios para ejercer el derecho a la libertad de expresión; autentica rendición de cuentas, auténtico equilibrio y corresponsabilidad entre los tres poderes; preservación de contrapesos en el Congreso, real soberanía de los estados; respeto y fortalecimiento del gobierno municipal; derecho de revocación del mandato, valoración del poder creativo y reformador de la crítica del funcionario público y su desempeño. Fin a todo ejercicio patrimonialista y discrecional del poder. Castigo a toda forma de abuso del poder. Absoluto respeto a los derechos políticos constitucionales. Cultura de la legalidad, cultura de los derechos humanos. Real aceptación de que somos una sociedad pluricultural, de muchas raíces, multiétnica con igualdad de derechos.

Democracia al interior de todos los partidos, sindicatos, gremios y organizaciones. Democracia como modo de vida en todos los ámbitos, espacios e instituciones con verdadera actitud incluyente, no simulada. Diálogo público sobre los asuntos públicos; que sea realmente plural. Única intolerancia: con los intolerantes. Ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones.

Derecho a conocer la vida de los aspirantes a representar al pueblo

Los electores tienen derecho de conocer la vida personal y familiar de quien va a gobernarlos, no porque se requiera ser santo para ser buen gobernante (que por cierto casi nunca lo han sido), sino porque de noche todos los gatos son pardos, “ser demócrata” está de moda, todas las religiones e ideologías se disputan los mimos valores, hay crisis de credibilidad y, en estas condiciones suben a su máximo valor los hechos, las pruebas, los resultados, los compromisos cumplidos, la congruencia entre pensamiento, palabra y acciones.


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